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Feria de Festejos Populares del Pilar 2005

Dice la Real Academia de la Lengua Española que héroe es aquel varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes. Añado yo, que para mí un héroe es el que realiza acciones que están al alcance de muy pocos, por gallardía, valor, mentalidad y facultades y en este caso en concreto, por una palabra que encaja a la perfección, por raza.

Así pues, los héroes, los que realizan hazañas, habrán de ser la elite en un campo para el que no estén capacitados la mayoría de los mortales. Por ejemplo, los recortadores. Siempre las elites han sido minoritarias y selectas. Y como en libros de Asterix y Obelix queda un pequeño reducto de irreductibles, valga la redundancia, que siguen manteniendo la emoción de los Concursos de Recortadores a lo largo de la temporada.

No llegan a cuarenta los recortadores que han participado en cinco concursos o más, a lo largo de la temporada. Es decir, en todo el territorio nacional, sólo son unas tres docenas las personas que se atreven a participar en las anillas con asiduidad. Los demás no. Los datos objetivos y numéricos son irrebatibles.

¿Y por qué son héroes? Pues porque hacer la temporada de las anillas es durísimo. Y habrá quien me diga que años antes se hacía lo mismo, y había un nivel más alto de recortadores. Pues sí, seguramente, y el primero que lo dice soy yo. Pero los tiempos no son los mismos. Porque con el época de la comodidad que nos toca vivir, arriesgándose a perder un trabajo, la mentalidad del recortador no tiene cabida, si no es considerándolo un loco.

Y son los propios colegas, los que les reconocen el mérito, cuando comparten modalidades en plazas como Zaragoza, Huesca o Calatayud. Les reconocen que ellos, los que se enfrentan a toros limpios, no serían capaces de enfrentarse a vacas corridas como ellos lo hacen durante todo el año. Literalmente les dicen: estáis locos.

Si cogiéramos a final de temporada el físico de un recortador, seguramente no habría ni un solo sitio done no haya llevado un golpe, lesión, varetazo o contusión. Eso es muy duro de asumir, pero lo asumen. Y podríamos entenderlo si la compensación con el vil metal fuera sustanciosa. Pero, ¿cómo se entiende que haya muchos recortadores que acaben la temporada totalmente magullados sin haber conseguido apenas premios? ¿Les merece la pena? Claro que no. Pero son héroes, sin reconocimiento, pero héroes. Y vamos a darle una vuelta de tuerca más. Si a todo lo anterior le sumamos unos 300 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, ¿es entendible? Hace falta una afición desmesurada para ello, no tiene otra explicación.

Aún entendiendo que al que paga una entrada le importa poco el aspecto personal del actuante, no sería justo, no tenerlo en cuenta. Y el que los tilde de interesados económicamente, algo hilarante, que lea lo que viene a continuación.

Para ello, unas cuantas pinceladas heroicas, todas ellas recientes, van a tratar de hacerles justicia. Vayamos al último Campeonato Nacional de Recortadores y a comentar varios aspectos personales omitiendo siempre a los protagonistas.

Primero, los que queriendo, se tuvieron que perder la cita, por caer a lo largo de la temporada. Qué duro tiene que ser estar dando la cara todo el año y ser imposible participar en el concurso más importante del año. Como se vio, si las lesiones permitían un mínimo resquicio para participar, en la plaza estuvieron, como fuera.

¿Cómo se entiende que alguien tenga una gran rotura de fibras una semana antes y acuda todos los días al masajista para poder participar? Pero es que además llegó a recortar. ¿Se imagina alguien al futbolista de turno hacer lo mismo? No, porque no son héroes.

¿Cómo se entiende que dos días antes alguien sufra un esguince y decida salir en Zaragoza con su compañero, haciéndole el quite perfectamente? ¿No es una gesta?

¿Cómo se entiende que se participe en Zaragoza con la mente puesta en un ser querido esperando la fatal noticia que se produciría al día siguiente? ¿No es digno de admirar?

¿Cómo se entiende que a un recortador se le salten las lágrimas cuando en apenas diez segundos se acabó su participación en Zaragoza? ¿Cualquier otra persona tendría tanto orgullo?

¿Cómo se entiende que hasta diez recortadores cayeran de feísima manera al callejón o fueran cogidos y si la lesión no se lo impedía volvieran a la arena como perros enrabietados? ¿Queda alguna duda de que son héroes?

Pero no sólo en Zaragoza se vio a los héroes, no en La Romareda, que también. A lo largo del año ha habido momentos demostraciones fuera de lo común.

¿Cómo se puede seguir participando en varios concursos con un pie machacado y encima ganar alguno de ellos?

¿Cómo se puede seguir luchando en los concursos con “cuarenta y tantos” cuando ya se ha demostrado todo y se ha sido uno de los más grandes?

Aunque no se prodigue en las anillas mucho, ¿cómo se puede sufrir un cornalón que nos puso el corazón en un puño, temiendo lo peor, y un mes después volver a recortar como si nada? ¿No merece salir en los periódicos tal gesta?

¿Cómo se puede reaparecer en Zaragoza después de ocho meses de grave lesión y volver a estar a un gran nivel en aquella ocasión?

¿Cómo puede ser que chavales de apenas veinte años o menos, que podrían optar por disfrutar de otra manera, piensen todos los días en las anillas y se preparen concienzudamente para los concursos, perdiéndose muchas noches de fiesta para estar en condiciones de participar?

¿Cómo se puede recibir una cornada en Agosto por tener el valor de salir a un concurso muy fuerte y en Octubre estar participando ya en concursos?

¿Cómo se puede tener el detalle de dar todos los premios económicos, siendo abundantes, a la pareja hasta que se pague una operación de la temporada pasada?

Y esto son sólo pinceladas, nada más. Son casos que vienen a la memoria a bote pronto. Pero a todo ello hay que sumarle, que además tienen que ir a trabajar a sus respectivos empleos al día siguiente de un concurso. Acudirán doloridos muchas veces. Y que después de la jornada de trabajo, muchos se ponen a entrenar para tener una buena forma física.

No se les reconocerá. Y el público que es soberano, que no justo muchas veces, estará en todo su derecho de censurarles una actuación, que para eso paga su entrada. Aunque sin duda, todos los que participan con regularidad en las anillas, son héroes. Y quizá Héroes del Silencio (qué gran grupo) porque pasan desapercibidos. Pero para los que los conocemos, héroes son.

Víctor Manuel Giménez Remón



    Página publicada en Zaragoza a 1 de Abril de 2006
    Responsable de la página: Víctor Manuel Giménez Remón
    Correo electrónico: festejos@festejospopulares.net